jueves, 12 de septiembre de 2013

El Microrrelato del Mes: Trayecto Nocturno

Eran las cuatro de la madrugada, y volvíamos a casa después de un largo sábado en el que
habíamos estado con todos nuestros amigos en el campo.

Los niños se lo habían pasado de fábula jugando todo el día. Por la tarde Elena y Manuel nos
convencieron para ir a su casa a pasar el resto del día y cenar allí todos juntos. Lo pasamos
muy bien la verdad, de hecho cuando nos quisimos dar cuenta ya eran las tres y pico y nos
quedaba un viaje de una hora hasta casa. Tras despedirnos de nuestros amigos, Alicia y el niño
cayeron muertos de sueño en el asiento de atrás.

La carretera no era fácil, porque pasaba alrededor de la sierra y había multitud de curvas,
además la iluminación era pésima, por lo cual tenía que estar continuamente pasando de las
luces cortas, a largas, y al revés.

Un poco más adelante la carretera se hizo más sencilla pues era en línea recta, pero tenía que
estar atento, estaba rodeada de bosques y en cualquier momento podía saltar algún animal
salvaje, ya me había ocurrido en alguna ocasión. De repente, a unos cincuenta metros vi un
grupo de gente que quería atravesar la carretera. ¿Pero quién iba a andar por el bosque a esas
horas? Fui reduciendo la velocidad hasta llegar a su altura, pude verlos bien, serían cinco o
seis, parecían bañistas, no me lo podía creer, ¿qué hacía esa gente ahí? Seguí por el camino
mientras miraba por los retrovisores, pero ya no les veía. A unos diez metros había otra
persona, parecía una niña, estaba de espaldas y llevaba una gorra. Justo cuando íbamos a
pasar a su lado, se dio la vuelta, mi corazón y mi estómago se me anudaron en la garganta,
¡esa niña no tenía cara! Estaba muy asustado, no podía explicar lo que había visto. Seguí
conduciendo unos metros hasta que llegamos a un área de descanso y detuve el coche.

-Alicia, Alicia despierta- le decía a mi mujer lo más bajo posible mientras ella poco a poco se
iba despertando.
-¿Qué pasa Álex que hacemos aquí parados?- me respondió mirando a los alrededores.
-Sal del coche.
-¿Qué?
-¡Sal del coche por dios!
Los dos salimos al instante, y nos alejamos un poco del vehículo. Yo estaba muy nervioso y
desconcertado.
-¿Qué pasa cariño? ¿Porque hemos parado aquí?- me decía mi mujer muy sorprendida y
empezando a alarmarse.
-He visto gente en la carretera Alicia. Estaban ahí parados, como figuras, llevaban sombrillas,
¡pero mira la hora que es!- le gritaba mientras me golpeaba el reloj. Había una niña que no
tenía cara.
-Alejandro esto no tiene ninguna gracia. A mí no me gustan estas cosas.
-¡Pero qué cosas joder! ¡Estaban ahí, y luego han desaparecido! Sólo te estoy intentando
explicar lo que he visto. Quizás era gente venía de un camping o de una casa, yo que sé.
-Pero vamos a ver, ¿tú sabes dónde estamos? Joder aquí hubo un camping hace años, donde
murieron muchísimas personas.
-¡Pero qué coño me estás contando!
-Sí joder hubo una inundación y murieron decenas de personas.

Estuve a punto de desmayarme pero me recompuse. No me lo podía creer. De repente oímos
que nuestro hijo reía. Se me heló la sangre. Fuimos corriendo al coche.

-¿Qué pasa hijo? ¿Estás bien?- le dije mientras abría la puerta.
-Hay un niño con una pelota ahí fuera-me contestó sonriendo. Mi mujer y yo nos miramos.
-¡Alejandro vámonos de aquí ya!

Corriendo aterrorizados nos metimos en el coche, arranqué y conduje lo más rápido que pude
hasta llegar a la carretera principal. No he vuelto a ir por ese camino desde entonces.

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