sábado, 4 de enero de 2014

Cuando todo comenzó a ir mal... (2ª Parte y ¿Final?)

2- Subidos en aquel siniestro autocar, todos los vecinos rumoreaban y discutían sobre lo que nos estaba ocurriendo. Hablaban de una tremenda explosión, hacía dos noches, que había iluminado la ciudad. Yo era un niño y apenas podía entender nada. Pero sí sabía, aunque no entendía exactamente todo lo que significaba, ni la importancia que tenía en muchos aspectos, que nuestra pequeña ciudad se había edificado cerca de una central nuclear, la cual era uno de los orgullos del país, y en la que además estaba empleada la mayor parte de la población de la ciudad. Mi tío Evaristo llevaba trabajando en ella desde que se fundó, y cuando su hijo Julián, mi primo, terminó la educación obligatoria en el instituto, rápidamente pasó a formar parte de la extensa plantilla del complejo nuclear. Sin embargo, mi padre, qué afortunadamente y a diferencia de mi tío, pudo ir a estudiar al conservatorio de la capital, trabajaba como maestro de música en el colegio de primaria de la ciudad.


Continuará...

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